Se entiende entonces como “el conjunto de prácticas, saberes y teorías generadas por el desarrollo de lo que se conoce como medicina científica, el cual desde fines del siglo XVIII ha ido logrando dejar como subalternos al conjunto de prácticas, saberes e ideologías que dominaban en los conjuntos sociales, hasta lograr identificarse como la única forma de atender la enfermedad, legitimada tanto por criterios científicos como por el Estado. Existe toda una organización social, ideológica, económica y política que fortalece dicha hegemonía, mediante la exclusión de posibilidades de ver y actuar diferentes, y mediante la aceptación y construcción de ideas que avalan y justifican el mismo modelo médico.
Establece como principales parámetros para entender y actuar sobre la salud y la enfermedad los siguientes:
- Biologismo, ahistoricidad y asocialidad, es decir que reduce a los individuos a su dimensión física aislándola de toda condición social. histórica y espiritual.
- Concepción de la enfermedad como ruptura, desviación y diferencia, y de la salud como normalidad estadística,
- Práctica curativa basada en la eliminación del síntoma.
- Relación médico – paciente asimétrica, de subordinación social y técnica del paciente.
- La salud – enfermedad como mercancía y tendencia inductora al consumismo médico.
- Medicalización de los problemas.
- Identificación ideológica con la racionalidad científica como criterio manifiesto de exclusión de otros modelos.
En general, se trata de una concepción mecanicista del ser humano, que lleva, entre otras cosas, a las inconsistentes separaciones entre las partes de un todo, entre la mente y el cuerpo, y entre el individuo, la sociedad y el universo; a la búsqueda de certidumbres y de verdades absolutas; a la creencia en la causalidad lineal como única forma de relación; y a la subvaloración de la subjetividad.
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