

Las contradicciones que
se crean por el crecimiento del propio ministerio hacen que Carrillo renuncie
en julio de 1954, año y medio antes del golpe del 55, afirmando que su
desestabilización era propia del éxito de su gestión. Se lo acuso de malversar
fondos públicos y de hacer que cuatro pacientes psiquiátricos trabajasen gratis
para el. Su propiedad fue confiscada y murió en el exilio y en la pobreza en
Brasil a fines de 1956.
El golpe de estado de 1955, disolvió el Ministerio de
Salud Pública, e incluyó sus funciones en el Ministerio de Asistencia Social,
que a su vez fue disuelto ese mismo año, al asumir el poder el General Pedro
Eugenio Aramburu.
La revolución
libertadora quería destruir todos los símbolos del gobierno anterior de Perón
bajo la política de “Desperonalizacion” de los militares, disminuyo gastos en
instalaciones nacionales de salud, destruyo muchas que aun estaban en construcción
y les cambio el nombre.
Luego del golpe
comienza a intervenir fuertemente la medicina privada, sustentada por dinero de
préstamos del FMI.
Los sanatorios privados ante la capacidad ociosa de sus
instalaciones, hacen nacer los “prepagos sanatoriales”; en el año 1955 se forma
el Centro Médico Pueyrredón, cuya modalidad de atención era únicamente para los
pacientes de los médicos de ese centro. Ese mismo año un sanatorio encara
decididamente explotar un sistema asistencial comercialmente, para ello
desarrolla un producto cerrado, centralizado (brinda toda la cobertura dentro
de un solo edificio), el cual se denomina Policlínica Privada; esta idea, de
uno de los fundadores de Policlínica Privada tuvo su origen en los seguros de
salud de Estados Unidos, los cuales asumían la responsabilidad únicamente desde
el punto de vista económico; la novedad que se introdujo en este mismo sistema
fue incorporarle asumir la responsabilidad de la prestación del servicio
médico.
En el año 1963, se lanza el Sanatorio Metropolitano, con
un sistema también cerrado y centralizado pero con una particularidad, ya que
únicamente se atendían los abonados al plan del sanatorio. Posteriormente en
1964 nace Asistencia Medica Social Argentina (A.M.S.A.), que produce un
verdadero cambio, ya que implementa un sistema cerrado descentralizado, cuya
característica fue ofrecer una cartilla de profesionales que atiende en sus consultorios
particulares, y estudios diagnósticos o internación en distintos centros de
diagnóstico y tratamiento, como así también en varios sanatorios de Capital y
del Gran Buenos Aires. A muy cercana fecha nace Centro Médico del Sur (CEMES),
con la misma particularidad de sistema anterior, pero convirtiéndose en la
primera empresa en brindar cobertura en todo el país, inclusive en las Islas
Malvinas y también pioneros en cubrir a sus afiliados propios y de otras
prepagas en las zonas de veraneo. En esta etapa inicial, los planes de
cobertura cubrían principalmente la internación, pero el mercado no sólo exigió
la ampliación de ellas sino que como efecto de la competencia fueron
incorporándose más y mejores coberturas, al tiempo que exclusiones y tiempos de
espera fueron disminuyendo.
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Con la caída del gobierno democrático en 1976, el
gobierno de la Junta Militar inicia el “Proceso de Reorganizacion Nacional” y encuentra
el argumento (soporte teórico) para desprenderse de los sistemas de salud que
en ese momento tenia a su cargo el Estado. Entonces se produce el paso de la
administración de los hospitales a las provincias, ante esto no todas las
provincias pudieron hacerse cargo de sus hospitales, algunas como Buenos Aires,
Córdoba no tuvieron muchos problemas, otras como Jujuy, Misiones o Entre Ríos
no dieron abasto y sus grandes hospitales quedaron en estado deplorable.

10 de diciembre de 1983 asumió el Presidente Raúl Alfonsín que dispuso la
reaparición del Ministerio de Salud y Acción Social. Se retoma la idea de articular
los tres subsistemas a través de un sistema único de salud con el fin de
mejorar el sistema de atención y al mismo tiempo buscando reforzar el liderazgo
del estado en la materia. Las leyes sobre seguro nacional de salud enviadas al
congreso nacional por el poder ejecutivo no prosperaron y con ello el nuevo intento
de articulación en un sistema único de salud.
En el 89 Argentina estalla. La hiperinflación se
devoró salarios, generó revueltas, impulsó saqueos y terminó por destronar al
primer Gobierno desde la vuelta de la democracia. Abrió un surco profundo en la
mentalidad colectiva: angustia, impotencia y búsqueda desesperada de soluciones
que alivianaran tan pesada carga. Llevó la pobreza de 25% a comienzos de 1989,
al récord histórico de 47,3% en octubre del mismo año.
Poco a poco el gobierno de Alfonsín fue
sucumbiendo frente a la presión de la hiperinflación y los grupos de poder,
perdió las elecciones del 89 y entrego su mandato en forma adelantada a Carlos
Menem.
En la década de los 90 el sector de la salud no fue
ajeno a los efectos de la política de liberación, si bien es cierto que dichos
problemas tanto en el sistema sanitario y de las obras sociales, y en
particular, consta de larga data, los efectos de la política implementada
durante esta década lo empeoraron aun más. Por otro lado la situación
financiera de las obras sociales estaba estrechamente relacionada con el pobre
desempeño del mercado del trabajo, llevando este al empeoramiento de la
condiciones de vida de la población y la accesibilidad a los servicios de
salud, el aumento de la taza de desempleo, esto implico una reducción en las
recaudaciones por parte de las obras sociales sindicales
La primera propuesta de reforma sobre
el sistema de salud en la década de 1990 proponía dividir el mercado de salud en tres sectores,
el primero, que era integrado por el programa nacional de salud, que cubría los
grupos de mayor riesgo (jubilados y pensionados, indigentes, discapacitados,
VIH) estos serían atendidos por el hospital publico y financiados por el
estado.
El segundo sector, comprendía un
“Sistema de Seguro de Salud”. Este reunía a todos los trabajadores de relación
de dependencia y autónomos, aquí los trabajadores elegían en forma voluntaria
su afiliación al sistema de salud, siendo este financiado por los aportes compartidos
entre empleados y empleadores, dejando a estos la libertar de elegir donde
realizar sus consultas medicas. Esto debilito fuertemente a las obras sociales
de los sindicatos
Por último, se proponía la creación
de un tercer sector de Entidades Privadas dedicado a las personas que tuvieran
un ingreso suficiente para cubrir sus necesidades de asistencia médica. Este
sector funcionaría libremente sin que el estado tuviera injerencia.
De esta forma, según el proyecto,
quedaba cubierta la totalidad de la población y se pretendía mejorar la
eficiencia del mercado a partir de la libre elección de los afiliados
al Sistema de Seguro de Salud. Por otro lado, el proyecto institucionalizaba un
segmento del mercado -el de las entidades privadas- que se concentraría en la
atención de los grupos de más altos ingresos provocando el efecto descreme en
el sistema.
Unos meses mas tarde que se diera a
conocer públicamente este proyecto, el gobierno deja transcender que tenia
preparado una reforma para las obras sociales que saldría por ley o por
decreto. Por la amenaza del gobierno los sindicalistas accedieron y las negociaciones
no se hicieron esperar. Esta nueva reforma imponía la existencia de solo dos
sectores: El Público, financiado por rentas generales, y El Privado, donde las
entidades competirían en un mercado libre (Oss, empresas de medicina u otras)
eligiendo los afiliados cuales les convendría mas. Con esto se pretendía
eliminar dos problemas, el de la doble afiliación y el poder cautivo de las
Obras sociales.
Haciendo un rápido balance podemos
afirmar que dichas modificaciones no mejoraron el sistema de salud. Por el
contrario profundizaron la ruptura del mercado y un empeoramiento en la
distribución de sus recursos, provocando una mayor concentración de las
prestadoras, privadas como sindicales. Cabe aclarar que esta situación no esta
únicamente relacionada con las reformas, sino con otros factores colaterales
que han colaborado en este sentido. La baja en los presupuestos de salud, tanto
nacional como provincial, la falta de empleo, el empleo en negro y su mala
distribución entre otras cosas, fueron y son aun hoy las causantes del
empeoramiento general de las condiciones de salud de la población y del marcado
del déficit del sistema de salud argentino.
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