Esta teoría pretende analizar los problemas incluyendo
todas sus relaciones significativas, a diferencia del método mecanicista y
reduccionista que secciona a los problemas en los elementos más pequeños
posibles para su análisis, aislándolos de su medio y reduciéndolos a cadenas
causales simples.
Según este modelo, no es lo mismo reducir al individuo
en partes, ya que la suma de las mismas no es un todo. Se produce una interacción
medico-paciente mucho mas comprometida que en el modelo biomédico.
La medicina no debe limitarse a conocer al conocimiento
técnico, sino que debe completarse e incorporar aspectos de humanismo. Se reconoce
a la salud-enfermedad como un “continuo” y no como estado, donde interactúan
constantemente sistemas biológicos, psicológicos, culturales, sociales,
económicos, ambientales, siendo difícil ver los limites entre salud-enfermedad.
La práctica profesional centrada en la enfermedad se
deja de lado y entra en juego una práctica enfocada en el paciente y sus
condiciones, el motivo de la consulta y sus dolencias. El profesional intentara
encontrar y reconocer todos los factores que pueden afectar en el proceso de
enfermar, ya sean factores físicos, psíquicos, laborales, ambientales,
culturales, etc. buscando también una futura respuesta de los tratamientos
propuestos.
La persona que ejerce su práctica desde esta
perspectiva se convierte en un experto interrogador que no sólo preguntará
sobre el problema de la consulta, sino también indagará posibles demandas
encubiertas o problemas contextuales que el paciente no puede expresar
libremente por las razones que fuere. Generará un espacio para
que el paciente pueda exponer temas que le preocupen y que hacen a la vida en
general.
El profesional busca generar acuerdos con el paciente desde una relación de respeto a las propias creencias y la de su entorno.
El profesional busca generar acuerdos con el paciente desde una relación de respeto a las propias creencias y la de su entorno.
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